Trabajó para el Barcelona, dejó Boca para hacer su camino en el Ascenso y el plantel lo apodó “El gigoló”: Diego Martínez, el DT que devolvió a Tigre a Primera

Trabajó para el Barcelona, dejó Boca para hacer su camino en el Ascenso y el plantel lo apodó “El gigoló”: Diego Martínez, el DT que devolvió a Tigre a Primera

INFOBAE – Se formó en la escuela blaugrana e incluso hizo un master en Cataluña. Luego abandonó el confort de trabajar en las inferiores del Xeneize para asumir el desafío de dirigir desde la Primera D a la Liga Profesional. Y dio el golpe con el Matador ante Barracas

Más allá de lo recogido en su vasta trayectoria como mediocampista en el Ascenso, Diego Martínez se había terminado de formar como entrenador en el proyecto Barcelona, el plan con el que el club blaugrana había desembarcado en Argentina para hacer pie en Sudamérica y buscar “nuevos Messis”; incluso hizo un master en la Masía y logró la foto que atesora en su imagen del Whatsapp: sus hijos, con una sonrisa que excede sus rostros, junto a Lionel Messi. De ahí pasó a transmitir sus conocimientos en la cantera de Boca, pero su espíritu inquieto pudo más que la seguridad, que el hecho de estar trabajando en uno de los clubes más poderosos del continente.

Lo llamaron de Ituzaingó, que entonces participaba de la última categoría del fútbol argentino, la Primera D. Y agarró el bolso, convocó a su cuerpo técnico y se mudó a la zona Oeste del Gran Buenos Aires, con la expectativa de inyectar la filosofía Barcelona en el fútbol humilde del Ascenso, lejos de las luces que acaparaba el tiki taka del mítico equipo de Pep Guardiola y Lionel Messi.

Estás en un club como Boca y si te va mal en Primera D y te quedás sin trabajo… Se me pasó por la cabeza, pero siempre analizando las situaciones, tratando de ver cada oportunidad que se presenta en la vida. Voy atrás de mi sueño, de lo que me apasiona y me hace feliz. Estaba en Boca, que te da todo, y sentía que para salir de la zona de confort, el paso de dirigir una primera división lo quería tener. La oportunidad de Ituzaingó me pareció seria, era buena chance de demostrar una idea, una forma de trabajar. Y que a partir de esa forma podía desarrollarse un modelo de juego como el que teníamos en la cabeza”, le contó Martínez, de 43 años, a Infobae.

Y lo que podía parecer una jugada arriesgada resultó el primer paso de un recorrido por todas las categorías del Ascenso que le permitió ganarse un nombre. De la Primera D, a la C, luego a Primera B, el saltó a la Primera Nacional. Martínez condujo al León, Cañuelas, Comunicaciones, Midland y Estudiantes de Caseros, al que hizo ascender a la segunda categoría del fútbol local, lo transformó en uno de los animadores del certamen y lo metió en semifinales de la Copa Argentina. Lo exhibido por sus equipos provocó el llamado de Godoy Cruz, que lo convocó para su primera experiencia en la Liga Profesional de Fútbol.

Allí, el tropiezo no lo amilanó. La experiencia duró apenas un puñado de partidos (9) y no logró plasmar su idea en un club que suele apostar por nombres con menos marquesina. Enseguida le surgió el desafío de devolver a Tigre a la élite, tras dos años en la áspera Primera Nacional. Y lo consiguió, después de imponerse en el Grupo A en una definición infartante, que se resolvió en la última fecha (superó a San Martín de Tucumán), y de vencer 1-0 a Barracas Central en la gran final.

Para ello, debió lidiar con una plantilla de mucho renombre para la categoría (Lucas Menossi, el goleador Pablo Magnín, el arquero Gonzalo Marinelli o el volante Sebastián Prediger) y con la presiónde contar con la escuadra más cara de la Primera Nacional. Con su estilo, lo consiguió. Si hasta se metió en el bolsillo el cariño de los jugadores, que le dedicaron un apodo muy particular. “Es el equipo, del Gigoló”, cantaron en el vestuario luego de cada una de las últimas gestas.

“Fue justo para este grupo de futbolistas. Es un torneo durísimo, el fútbol argentino debe estar entre los más competitivos del mundo. Éste es un equipo de hombres que, más allá de no obtener resultados, el compromiso con nosotros era muy fuerte. Se lo dedico a mi familia. A mi vieja, mi angelito que tengo en el cielo y hoy cumple 75 años. Hace tres años que no la tengo, pero es como si la tuviese todos los días. A mi esposa, que me banca, a mi viejo, que hoy no vino por los nervios. A los que me acompañan en esta profesión que elegí”, dijo, con la voz quebrada, consumado el salto de categoría.


ASÍ EXPLICA EL DT LA FILOSOFÍA MARTÍNEZ

-¿Cuál es la idea de juego de Diego Martínez?

-Buscamos tratar de armar la idea en función del arco rival y de ser superiores al adversario desde el juego, y que esa superioridad se vea traducida en oportunidades de gol. Buscamos un juego asociado, de posesión, pero generando situaciones; planteando un equipo equilibrado, intentando sufrir lo menos posible en la faz defensiva. Si tenemos que elegir, tomamos riesgos para que las cosas sucedan antes que esperar o buscar el error del rival. Proponemos para que las cosas sucedan.

-Durante mucho tiempo se instaló que en el Ascenso, por los estados de muchos campos de juego o distintos factores, no es fácil proponer un juego vistoso, con el balón por el piso.

-No casualmente fuimos a un club como Ituzaingó, que nos brindó las mejores características, lo mismo en Cañuelas, Estudiantes, Comunicaciones; con los campos de juego siempre en buen estado y donde las posibilidades de llevar adelante un modelo de juego como el nuestro eran más factibles. Es lo que me apasiona, identifica y me gusta. El fútbol profesional se mide mucho en base a los resultados, el cómo lo tenemos muy claro, por eso las formas son muy importantes. Somos muy competitivos, vivimos del resultado, pero hemos logrado de que después de cada proceso la identidad del equipo apareció.

-¿Y cuando llegaste a Ituzaingó con la bandera del juego del Barcelona qué recepción tuviste?

-La recepción fue muy buena, a los jugadores les encantan los desafíos, se sienten con el control, con el manejo, por buscar que las cosas pasen. Es algo que te hace sentir mejor, en cuanto a que vos tomás el dominio de las cosas. Ser vertiginoso y generar situaciones… No conozco a ningún futbolista que no le guste.

-Sin embargo también hay otras estrategias que también reportaron éxito, ¿los jugadores se sienten más cómodos con una forma que con otra?

-A partir de las características del deporte en sí, ninguna forma te asegura que vas a ganar, uno trata de ser genuino con lo que siente y con la idea. Lo importante es que los jugadores estén convencidos de que esto los va a acercar a ganar.

-¿Cómo decidiste ser entrenador y elegir el camino que elegiste?

-Siempre fui muy competitivo, desde chico. Para jugar con mis amigos, en cualquier situación de juego o de sentir este deporte. Siempre me consideré un jugador de equipo, no individualista. Había algo en mí, además de ser profe educación física; el hecho de trabajar en el proyecto Barcelona en Buenos Aires me dio el día a día. ¿Cómo era la preparación del futbolista en la semana de trabajo? Veníamos de una idea del atletismo, de los deportes individuales, y hoy el futbolista se prepara de otra manera, es algo más integral. En el proyecto Barcelona encontré, junto a todo, las bases para darles sentido a muchas preguntas mías. Uno sigue en eso, en el camino de preguntarse, de corregir cosas, de adaptarse a otras.

-La idea suena interesante, ¿pero su aplicación no depende de los jugadores con los que cuentes?

-Los futbolistas los elegís en base a un modelo de juego. Las características del modelo la dan los jugadores. Pero siempre dentro de parámetros y conductas comunes a los distintos sistemas de juego.

-¿Quiénes fueron los mejores entrenadores que tuviste?

-Lo tuve a Coqui Raffo como jugador. Y él me había dicho que el día que dejara de jugar empezaba a trabajar con él. Tuve una cuarta operación de rodilla, fui a hablar con él y me di cuenta de que estaba para dar ese paso, aun con un contrato de un año vigente como futbolista en Estudiantes. Lo decidí un viernes y lunes ya estaba trabajando. El duelo lo hice trabajando. Él y Salvador Pasini fueron los entrenadores que más me marcaron. Tomé muchas cosas de ellos de lo que soy hoy como entrenador, tanto dentro como afuera; en el armado, en la relación con los jugadores… En el Ascenso hay gente muy capacitada. Una muestra es Sergio Rondina, que empezó en el Ascenso y pudo tener estabilidad en el fútbol de élite.

-¿Cuáles fueron las respuestas que encontraste en el proyecto Barcelona?

-Fueron seis meses en el proyecto Barcelona, tomé las bases de la metodología. Cómo es la forma en que conciben los deportes de equipos, a partir de las enseñanzas de Paco Seirulo y Joan Vila; el hecho de entrenar a partir de situaciones reales de equipo, poner al deportista como centro. Coordinar las capacidades físicas, cognitivas, técnicas, emocionales.

-Haber sido parte de ese proyecto te permitió conocer a Messi

-Messi es lo más grande que vi, el jugador más excepcional que pude disfrutar. Soy absolutamente fanático de él, me gusta lo que muestra en la cancha, escucharlo en sus declaraciones, su carácter recontra ganador; lo único que quiere ser cada día mejor. Es lo mejor que vi, es un jugador que, realmente, con su forma de ser, me ha ayudado en la crianza de mis hijos, para lograr transmitirles ciertos valores.

 

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Redacción TigreVisión

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