El Matador rescató un valioso empate en Avellaneda

Con los errores de siempre, Tigre terminó al borde del abismo en el final del primer tiempo. Sin embargo, por el mérito de no bajar los brazos y los errores y especulaciones del rival, consiguió un empate que en algún momento pareció imposible. Fue 3 a 3 con goles de Retegui (2, el primero de penal) y Protti.

La radiografía del equipo sigue marcando las mismas cosas. Muchas llegadas, falta de eficacia y horrores defensivos que se pagan caros. Rendimientos individuales, con picos altos y bajos, hasta incluso en un mismo partido. En definitiva, una excesiva irregularidad, que por el momento deja un saldo más negativo que positivo, al menos desde los puntos cosechados.

En el primer tiempo ante Racing, en un arco, Tigre tuvo 5 situaciones de goles claros y se fallaron. El único tanto llegó de penal, ante la imprudencia de la defensa de Racing. Y en el otro arco, el local generó menos, pero casi que las embocó todas, de las manos de errores puntuales y flojas respuestas. Así es imposible, ante un equipo como la Academia.

Para el complemento, todo pintaba para otra decepción importante. Si la tendencia se mantenía, se temía por un revés histórico. Por suerte, desde la tranquilidad del equipo de Gago, que se sentía que tenía el partido ganado. Solo se dedicó a aguantar e intentar en la contra, en la medida que pasaban los minutos.

Si hablamos de horrores, los de Tigre quedan chiquitos al despropósito del Chila Gómez. Regaló el descuento de Protti y puso en partido a Tigre.

En los minutos finales, se abrió el partido y estaba para el 4 a 2 o como finalmente sucedió, el empate definitivo. Fue Retegui, quién le dio vida a un Tigre que estaba para el cachetazo y se fue del Cilindro con una mueca satisfactoria. Aunque, el análisis frío, marcará que tiene que haber mucha preocupación, por la bipolaridad de un equipo que tiene dos facetas antagónicas muy marcadas.