Tigre sufrió una goleada de despedida

Triste cierre en una Copa Libertadores con balance negativo. El gran mérito fue lo que posibilitó poder jugarla y la gran deuda, fue la de participar y no poder competir de igual a igual. Doloroso desde la ilusión del pueblo Matador, pero previsible desde el contexto de una realidad que nos superó.

Cualquier equipo que sale a la cancha, pretende ganar, se ilusiona con mostrarse al mundo futbolero y si es en la máxima competencia continental, mucho más. Sin embargo, si contraponemos realidades propias, debemos entender que se jugó sin la base del equipo campeón, con jugadores nuevos que llegaron del ascenso y no se tuvo la posibilidad de entrenarse como corresponde y encima la última imagen será la del covid metiendo la cola y dejando al muere a muchos chicos en Brasil. En cierto que la base de ese ascenso, no hizo un buen torneo en la B, pero a la hora de jugar copa, mostró su experiencia y roce internacional que se necesitan para estos eventos. De hecho, el primer partido con Palmeiras hizo ilusionar con estar a la altura, que al final se evidenció que no.

Sería injusto entrar en un análisis puntual sobre este partido o los anteriores de copa, pero preocupa. Se tomo ritmo, al tiempo que se sembraron todas las dudas, sobre todos.

Ahora a bajar las pulsaciones, ponerse en modo reflexivo y analizar muy bien como enfrentar lo que se viene. No hay muchas chances de equivocarse, porque en unos meses podés volver a primera o en 15 días condenarnos a seguir en el ascenso, como mínimo, un año más.